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Apreciados contertulios, sois
conocedores de la complejidad existencial por la que pasa mi vida y no os
sorprenderá que en este 14º concierto que cierra la temporada 2017-2018 de Pro
Música en Águilas, tampoco esté con vosotros. No solo me gustaría asistir a
este gran concierto, como lo son todos, por ser el cierre de temporada, que
también, sino porque, hace bastantes años, compuse un muy subjetivo poema inspirado
en el tercer movimiento de la Sinfonía (Italiana) de Felix Mendelssohn y me
hubiera agradado cantarlo (mentalmente)
en la audición para este 14º concierto y con vosotros, Marina y Lucas, a la
orilla de la playa a grito pelao. Me
conformaré, como viene sucediendo últimamente: oír esa programación a través de
la electrónica casera. Un fuerte abrazo y ¡a disfrutar!
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Información del concierto: ProMúsica Águilas.
PRO
MÚSICA ÁGUILAS
AUDITORIO
Y PALACIO DE CONGRESOS INFANTA DOÑA ELENA
GRAN
CONCIERTO FIN DE TEMPORADA
ROLLA -
SAINT SAËNS - SARASATE - MENDELSSHON
14º
concierto de abono viernes 29 Junio a las 21 horas
Entradas
colaboración concierto: 15 Euros - Menores
de 18 años 50% menos.
“El que echa a perder su despedida, poco puede esperar del
reencuentro.”
En “La
ignorancia” de M. Kundera.
En pocas o en casi ninguna ocasión prestamos atención a los
títulos, o mejor, a la coletilla que acompaña a cada una de las obras que
conforman el programa de un concierto. No solo me refiero al número de opus –
de lo que hablaremos en otra cita – y que nos puede dar una idea del lugar que
ocupa una obra dentro del catálogo de un compositor y relacionarlo con su
trayectoria vital y artística, sino que pongamos el foco en el denostado
apellido Do Mayor o Do menor que nos informan de la tonalidad general de la
obra y que pocas veces recordamos.
Quizá ninguna oportunidad mejor para observarlo que en la
sinfonía Italiana de Mendelssohn. Que a la obra le acompañe la indicación
de La Mayor no es ninguna casualidad. Si volviéramos a escuchar su 3ª sinfonía
(la escocesa) precisamente en La menor pronto caeríamos en la cuenta. La
intención de Mendelssohn aquí no puede ser más evidente. Precisamente la
tonalidad de La menor en su anterior sinfonía evoca de manera magistral la luz
tenue de Escocia, sus bravíos vientos y su eterna humedad. Unos melancólicos
paisajes grises como en un cuadro de Turner. Todo lo contrario a la sinfonía de
hoy (en La Mayor) que nos abre la vista a magníficos paisajes toscanos, la luz
resplandeciente de Roma y la calidez y alegría de Italia y sus gentes. El
alemán ya había coqueteado con esta idea en el evidente inicio de su obertura
“La gruta del Fingal”, pero es en estas dos sinfonías donde Mendelssohn nos da
una genial lección de técnica y música pictórica.
Pero veamos las obras de esta noche.
Se podría decir que el casi desconocido para la mayoría
del público Alessandro Rolla, nacido
en Pavía el 6 de Abril de 1757, fue un niño prodigio antes de cumplir
los 15 años, cuando ya deleitaba al público de Milán con su viola. En un mundo
predominante violinístico y precedido de grandes maestros de este instrumento
como Vivaldi, Corelli y Torelli, fue el primero de su tiempo en elegir la viola
como su instrumento principal. Este aspecto para los
violistas debe ser considerado de suma importancia ya que con mucha frecuencia,
la viola era y seguiría siendo durante mucho tiempo relegada para “violinistas
de segunda categoría”, lo cual perjudicará seriamente tanto la reputación del
instrumento como las propias composiciones que se realicen para ella.
Realizó cerca de 400 composiciones,
muchas de las cuales interpretaba él en sus propios conciertos y otras las
escribía para sus propios alumnos. En sus conciertos solía interpretar una de
sus propias piezas.Sus composiciones tuvieron una gran aceptación en su tiempo
llegando incluso a ser publicadas algunas de ellas. Pero tras su
muerte, su música fue gradualmente cayendo en el olvido.
Este hecho puede considerarse como desafortunado para los violistas dado que
Rolla tiene al menos diez conciertos escritos, gran cantidad de dúos y mucha
música de cámara donde la viola tiene siempre un papel importante.
Como curiosidad, se dice que Alessandro Rolla fue profesor
de un jovencísimo Paganini.E íntimamente
relacionado con éste último figuran nuestros dos siguientes autores, como si de
un triángulo – que no amoroso, no despertemos falsas expectativas – se tratara.
En 1859, tambien con 15 años de edad y siendo ya un virtuoso
reconocido, Pablo de Sarasate visitó al célebre compositor
francés Camille Saint-Saëns y le encargó un concierto para violín,
que aquél complacido procedió a componer. A partir de entonces los dos músicos
llegarían a convertirse en grandes amigos. Según contaba el violinista español
Juan Manén, contemporáneo de ambos, en la década de 1860 Saint-Saëns y Sarasate
debían interpretar dúos "en los más conspicuos salones parisinos"
sin otra retribución que las cenas servidas después del concierto.
Cuatro años más tarde, en 1863, Saint-Saëns escribió una
pieza más en solitario dedicada especialmente a Sarasate: Introducción y
Rondó Capriccioso en La menor para violín y orquesta. Sarasate estrenó
esta obra en París el 4 de abril de 1867 y desde aquella fecha hasta hoy,
ha seguido siendo una de las composiciones más populares de Saint-Saëns e
interpretada por los mejores violinistas.
Años más tarde, escribiría Saint-Saëns: “Muchos años han
pasado desde que por primera vez vi llegar a mi casa lleno de juventud y de
vigor a Pablo Sarasate, célebre ya cuando apenas apuntaba el bigote sobre su
labio. Me pidió con gran donaire y como si fuera cosa sencillísima que
compusiera un concierto para él. Halagado y agradablemente impresionado,
prometí lo que pidió…,"
La fama en vida, que no la
póstuma, pareció acompañar al más famoso, reconocido e ilustre de nuestros
violinistas bautizado comoMartín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués, el
Paganini español. Pero si nos atenemos a la complejidad de sus obras y, según
las crónicas de la época, el evidente virtuosismo que derrochaba en sus
recitales, bien podríamos pensar que Sarasate también fue otro de esos
sobrenaturales virtuosos que diera el siglo XIX y que tan de moda se
implantaron en la sociedad decimonónica. Sin embargo y quizá debido a la pacata
sociedad nuestra de la época, el más celebrado de los violinistas patrios fue
privado de disfrutar del olimpo de los más famosos virtuosos de la Historia
como Liszt o Paganini.
Y por ir terminando ya. ¿Por qué la 4ª sinfonía de
Mendelssohn lleva el apelativo de “Italiana”?
El autor visitó Italia varias veces y quedó fascinado. En
aquella época el visitar ese país en busca de inspiración era una especie de
moda entre los artistas y músicos de la Europa central. Resultado de ello
fueron obras como el Capriccio italiano de Tchaikovski,
Harolden Italia de Berlioz, Venecia y Nápoles de Liszt, la Serenata Italiana de Hugo Wolf, y obviamente la Sinfonía Italiana de Mendelssohn.
La apertura del primer movimiento de esta cuarta sinfonía es
probablemente la imagen sonora más característica y perdurable que el oyente se
lleva de esta obra. El segundo está basado en una procesión religiosa
napolitana, y está caracterizada por un riguroso contrapunto de las dos voces
de la apertura. El tercer movimiento escapa a la tradición beethoveniana pues no
está escrito como un scherzo sino como un minué con trío como se solía escribir
en el período clásico. Más bien el cuarto movimiento, claramente dancístico
basado en el saltarello romano y la tarantella napolitana, puede considerarse
como el scherzo de la sinfonía. Este es uno de los rasgos más típicamente
italianos de la obra, además de la mencionada evocación de la procesión
napolitana del segundo movimiento. Hay que señalar que la experiencia italiana
de Mendelssohn, quien pasó la mayor parte de sus viajes a Italia en compañía de
alemanes, fue la típica de un turista más que la de un viajero que se adentra
en la política y la sociedad del país a donde va, aunque aun
así supo exponer un retrato inolvidable de la cultura italiana.
Y como despedida de este concierto y esta nuestra sexta
temporada, feliz verano y suerte. Buenas noches.
José Luis Llorca Cáceres.-
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